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sábado, 7 de marzo de 2015

Ruth Elizabeth Becker, superviviente del Titanic

Ruth Elizabeth Becker, una superviviente del Titanic, llega hoy hasta nosotros. Otra de las incansables historias ocultas del Titanic, de esas que nunca nos cansaremos de oír, de esas que al leerlas es como si estuvieras viendo un montón de diapositivas pasar, una tras ot estuvieras viendo un monto hoy en La Proa del Titanic, otra de las incansables historias ora y no puedes dejar de leer, ni de mirar.

Ruth Elizabeth Becker embarcó en el Titanic con tan solo 12 años y su historia es una clara exhibición de la humildad de las personas, no importa su edad o tamaño, incluso viviendo una tragedia de tal envergadura, que muchos de nosotros no hubiéramos salido del shock, una niña de 12 se llenó de valor y consiguió sobrevivir al hundimiento más conocido del mundo, el del RMS Titanic.
Ruth vivía en la India en 1899, su hermano enfermó y su madre Nellie decidió trasladarse, junto con el resto de la familia desde Michigan a Nueva York, para que su hermano pudiera tomar el tratamiento que necesitaba. Así pues, Ruth, su madre, y hermanos menores (un hermano y una hermano) embarcaron a bordo del mágico buque como pasajeros de segunda clase. Su padre esperaba en la India para reunirse con su familia en Nueva York unos meses más tarde.

Cuando Ruth y su familia embarcaron en el buque más grande y más lujoso del mundo quedaron totalmente asombrados de la majestuosidad y la supremacía
del barco. Pero era tal la elegancia y la grandeza del RMS Titanic que tras su fatídico hundimiento solo consiguió que la tragedia fuera aún más impactante. Cuando el Titanic chocó contra el iceberg el viaje de Ruth y su familia tomó un aspecto aterrador, todo el lujo se hacía invisible ante un inmenso bloque de hielo que amenazaba incesante a 2.200 personas.

Nellie, la madre de Ruth, consiguió embarcar en el bote salvavidas nº11 con sus dos hijos menores, lamentablemente no quedaba espacio en el bote para la pequeña Ruth. Nellie no pudo sostener sus lágrimas cuando fue separada de su hija, la cual ocupó un lugar en el bote salvavidas nº 13, el cual cuando fue bajado al mar estuvo a punto de ser aplastado por el bote nº15 que se evitó cortando las cuerdas del bote y se deslizó hacia el agua en el último momento, sin causar daño alguno al otro bote.

Cuando los escalofriantes gritos de las personas que se encontraban en las gélidas aguas en medio del Atlántico Norte ensordeció sus oídos, Ruth trataba de consolar a una mujer de nacionalidad polaca que ocupaba un hueco en el bote de Ruth, la cual no paraba de llorar por haber tenido que abandonar a su bebe en otro bote, de la misma manera que Ruth fue apartada de su familia. Ruth no entendía alemán pero hacía lo imposible por consolarla. En una situación así, un abrazo puede salvar tu vida.
Por fin, el bote nº13 llegaba al Carpathia con Ruth a salvo donde consiguió volver a reunirse con su familia tras horas de tensión y de espera, a la deriva en un bote en plena noche helada. Ruth no solo se alegró al volver a esta con su madre y sus hermanos, también le emocionó comprobar que la mujer polaca también logró reunirse de nuevo con su bebé.

Durante muchos años, Ruth evitaba a toda costa hablar de tan terrible suceso pero años más tarde empezó a hablar sobre ello y realizó varias apariciones en convenciones de Titanic Historical Society con otros supervivientes del Titanic.

Ruth Becker, a sus 99 años de edad realizó un crucero a México, no había subido a un barco desde el “increíble viaje inaugural del Titanic”. Ese mismo año Ruth murió y sus cenizas fueron esparcidas en el mar, ¿dónde? Directamente sobre los restos del RMS Titanic.



Maravillosas historias ocultas del Titanic que nos acerca solo un poquito más a la noche del 14 de Abril de 1912, aquella trágica pero fascinante noche que día a día me encandila con alguna de sus historias.

domingo, 4 de enero de 2015

El destino del Padre Francis Browne, el fotógrafo

Padre Francis Browne
Francis Browne era el menor de ocho hermanos, nació en 1880 en Cork, Irlanda. Ocho largos días después del nacimiento de Francis, su madre murió de fiebre. Nueve años más tarde, el padre de Francis sufrió un accidente de natación en el que perdió la vida y Francis fue ayudado por su tío Robert Browne, era obispo y le regaló a Francis su primera cámara fotográfica.

Obtuvo una formación productiva y se graduó en 1897, tras lo cual acudió a una gira por Europa donde se inició en la fotografía. Al regresar a Irlanda estudió teología y pasó dos años como noviciado de San Estanislao Colegio, lo que nunca le impidió seguir dedicándole tiempo a su otra motivación, la fotografía. Por supuesto, las fotos más conocidas del padre Francis Browne son las que realizó a bordo del RMS Titanic.

El 10 de abril de 1912, Francis Browne recibió un regalo de su tío. Se trataba de un pasaje para embarcar en el viaje inaugural del RMS Titanic desde Southampton (Inglaterra) a Queenstown (Irlanda) atravesando Cherburgo (Francia). Le fue asignada la cabina nº A37, en la cubierta de botes y a bordo del apoteósico barco, Francis Browne tuvo el gran placer de fotografiar la vida del Titanic, sus pasajeros y su tripulación, y son muchas de las fotos del Padre Francis Browne las últimas que se conocen de muchas personas, en cuyos desastrosos destinos no estaba escrito que volvieran a pisar tierra firme.

Durante la tarde del 10 de abril, el padre Browne gozaba de la travesía por Southampton, Londres y Liverpool. En el salón comedor de primera clase tuvo el gran honor de entablar amistad con una pareja de millonarios americanos, los cuales estaban dispuestos a pagarle el billete de ida y vuelta a Nueva York para poder disfrutar de su compañía durante el viaje. Browne telegrafió a sus superiores, indicándoles sus posibilidades de realizar el viaje inaugural del Titanic en su plena totalidad y en la compañía de excelentes anfitriones, pero la respuesta que recibió fue rotunda: "Abandone el barco"

Cuando el Titanic atracó en Queenstown, el padre Browne dejó el barco, muy a su pesar, y volvió a Dublín, donde continuó sus estudios teológicos. Cuando conoció la noticia del trágico destino del Titanic, comprendió que sus fotos serían de gran interés y valor. Negoció la venta de las fotografías con varios periódicos y fueron publicadas por todo el mundo. Naturalmente, Browne guardó a buen recaudo los negativos, de los cuales se compone el famoso albúm del padre Browne "Albúm Titanic del Padre Browne" Os dejo algunas de sus fotos y abajo el enlace al albúm completo.



















Para ver el "Albúm Titanic del Padre Browne" pincha aquí

lunes, 8 de diciembre de 2014

Lo que no sabías de la “insumergible” Molly Brown

Margaret Brown

Margaret Brown fue una mujer estadounidense, caritativa y agitadora social, defensora del indefenso. Sus orígenes fueron humildes, lo que le llevó a viajar a Colorado en busca de su propia fortuna al cumplir los 18 años. Allí conoció al que fue su esposo, James Brown.
James Joseph Brown,
marido de Margaret Brown

Su marido encontró oro en alguna mina de Colorado y tras el hallazgo se convirtieron en millonarios, impulsándoles a pertenecer a la clase social más distinguida de la época. Margaret Brown se dedicó, muy especialmente, a los más desfavorecidos. Entre éstos se encontraban los mineros de Colorado y los derechos de las mujeres y los niños. Viajó por todo el mundo y, muy frecuentemente, a Francia, un país del que se enamoró para siempre hasta el punto, de mudarse allí precipitadamente cuando estalló la Primera Guerra Mundial. Durante su vida realizó varios actos de valentía curando soldados heridos. También se dedicó a su gran pasión, el teatro.

El 24 de enero de 1912, Margaret Brown, tras separarse de su marido, sube a bordo del Olympic para viajar a Europa, pues su hija estudiaba en Francia. Realizó un viaje por Egipto con su hija, durante el cual coincidió con el Señor Jhon Jacob Astor y su joven esposa Madeleine, disfrutaban de su luna de miel y le hablaron a Margaret del viaje inaugural del lujoso transatlántico RMS Titanic. Decidió entonces volver a Nueva York en el gran buque del que todo el mundo decía maravillas.

Durante su visita a Egipto, Margaret visitó a una vidente que le advirtió del peligro al que se expondría si subía a bordo del Titanic, embarcó en el Titanic pero compró un talismán que, supuso, le traería suerte. El 10 de abril de 1912, embarcó en el Titanic con su extenso equipaje, entre el cual se podía encontrar tres cajas de antigüedades que iban destinadas al Museo de Arte de Denver.

Jhon Jacob Astor
A bordo del Titanic, Margaret reconoció a varias personas, las cuales ya no eran unas desconocidas para ella, pues había navegado junto a ellos tres meses atrás en el Olympic, como son el capitán Smith y la camarera Violeta Jessop. Durante los cuatro días que duró la travesía, Margaret Brown tuvo el gran placer de disfrutar de las más lujosas comodidades de la primera clase. Allí se codeó con los personajes más distinguidos de la época: J.J. Astor, el hombre más rico del barco; Benjamín Guggenheim, capitalista del cobre; Charles Melville Hays, rico gracias a los ferrocarriles d
e Estados Unidos y el hacendado Edmund Duff Gordon y su esposa, la cual era modista de la aristocracia.

Sir Cosmo Duff Gordon y Lady
Duff Gordon

A las 23:40 del 14 de abril de 1912, Margaret Brown se encontraba leyendo en su camarote, distraída por la lectura, apenas sintió el choque pero salió de su camarote cuando oyó los ruidos que provenían del interior de la quilla del barco. En el pasillo pudo ver a dos hombres en pijama discutiendo, por lo que volvió a su cama de nuevo. En cuanto abrió de nuevo el libro, James Robert McGough, el hombre que ocupaba el camarote de enfrente, llamó a su puerta para avisarla de que iban a subir al puente para saber qué estaba ocurriendo y que ella debería vestirse y estar preparada. Unos minutos más tarde, McGough vuelve al camarote de Margaret y le indicó que era conveniente buscar un chaleco salvavidas para ella. Margaret se vistió deprisa, abrió la caja fuerte y tomó 500 dólares, escondió su talismán en el fondo de su bolsillo y cogió el chaleco salvavidas. Dejó su camarote con varias pertenencias importantes y de gran valor, entre los que se encontraba un collar valorado en 352.000 dólares. Deprisa se dirigió a cubierta y ayudó a otras mujeres a evacuar el barco antes de subir al bote nº 6, el primero en bajar al agua alrededor de las 00:55.

El codicioso e insolente cabo Robert Hitchens estaba al mando del bote de salvamento y, en varias ocasiones, Margaret junto a otras mujeres de la embarcación, hicieron frente a su pésima labor, al negarse a volver a recoger a más personas del agua que aún cabían en el bote, en el cual había todavía espacio para 40 personas más, a pesar de la insitencia de Margaret y otras mujeres. Pero Hitchens alegaba que les harían zozobrar por la desesperación y volcarían el bote, arrastrándolos a todos a la muerte. Incluso, amenazó a Margaret Brown con tirarla por la borda si no se callaba. Margaret le recriminó que él no hacía nada mientras que las otras mujeres llevaban dos horas remando. Otra pasajera dijo que se había apoderado de mantas y botellas de alcohol para su uso exclusivo y personal.

Tal fueron las palabras descritas entre Margaret Brown y el cabo Hitchens que durante la comisión de Investigación por el naufragio del Titanic se pidió a Brown explicaciones sobre los hechos acontecidos en el bote, Margaret dijo: “Había un ser en nuestro bote al que no podría llamar hombre pues nada, excepto su ropa, me permitía calificarlo como tal, debido a su cobardía”.

Bote nº 6, en el cual se salvó Molly
Brown
Alrededor de las 4:30 Margaret y los pasajeros del bote nº 6 observaron una luz en el horizonte, Hitchens, de nuevo pesimista, dijo que no era un barco, que se trataba de una estrella y que no tuvieran la esperanza de que llegara un equipo de salvamento. No obstante, Frederick Fleet, el vigía que vio el iceberg, informó que no se trataba de una estrella, era el RMS Carpathia. Los botes de salvamento se encontraban esparcidos alrededor del naufragio cuando el Carpathia llegó al lugar, por lo que tardo un poco más de tiempo en rescatar a todos los ocupantes de los botes. El fatídico suplicio en el mar finalizó para el bote nº 6 a las 6:00 de la mañana, cuando abandonaron el bote de salvamento para embarcar en el Carpathia.


Una vez a bordo del Carpathia, Margaret Brown envió un telegrama a su hija y después sirvió de utilidad en el barco en varias ocasiones: ejerció como intérprete, pues hablaba alemán y francés, colaboró en la realización de las listas de supervivientes. Tal era el grado de humildad de Margaret Brown que, incluso, realizó a bordo del Carpathia una colecta entre los pasajeros rescatados de primera clase del Titanic y los embarcados en el Carpathia, en favor de los inmigrantes que habían perdido todo en el naufragio del Titanic y consiguió recaudar 10.000 dólares. Tras volver a Nueva York fue considerada una heroína. Margaret lamentó que por ser mujer no pudo testificar en la comisión de Investigación de Estados Unidos, por lo que publicó su versión de aquella noche en el “Herald Newport” en mayo de 1912.

RMS Carpathia

Margaret Brown entregando un premio al capitán
del Carpathia por su colaboración en el rescate del
Titanic
Tras el naufragio, Margaret Brown estuvo más tiempo del esperado en Nueva York para seguir ayudando a las víctimas del naufragio. También contribuyó en la creación del comité de supervivientes, de la cual fue presidenta. En una ocasión, durante una entrevista, declaro que no estuvo de acuerdo con la preferiencia de las mujeres a subir en los botes, pues éstas pedían igualdad de derechos en tierra, ¿por qué no en el mar?, al igual que decía que, en las circunstancias dadas la noche del hundimiento, las familias no deberían ser separadas.

Su popularidad como superviviente del naufragio más recordado de la historia le adjudicó reconocimiento social, debido a sus acciones humanitarias se publicaron diversos artículos sobre ella. Atendió principalmente a las mujeres de los huelguistas, colaboró en la huelga de mineros y se involucró en el sufragio femenino. En Francia, auxilió a soldados herid
os en la guerra.

Margaret Brown
Después de la muerte de su marido, surgieron problemas con sus hijos a causa de la herencia y Margaret Brown, la “insumergible” y fantástica Molly Brown, murió sola, a causa de un accidente cerebrovascular en 1932. Su autopsia confirmó la presencia de un gran tumor cerebral.

La mansión que Margaret poseía en Denver (Colorado) fue vendida tras su muerte a una nueva familia pero tras varias restauraciones y actualizaciones de la ciudad estuvo a punto de ser derrumbada. Actualmente es un museo dedicado a la vida de Margaret Brown, representa a la perfección una mansión victoriana de aquella época. El museo conserva algunas pertenencias de la familia Brown y se pueden observar cuadros con representaciones del naufragio del titanic.





Es curioso que hoy, Margaret Brown, sea mundialmente conocida como Molly Brown, en realidad durante su vida, nunca fue llamada con este nombre.